Dimensiones

Mariela es la encargada de limpieza del campo de deportes del colegio y el depósito es un eterno desafío para ella.

Los lunes tiene ese olor a humedad que tanto le molesta. Ese que sale del fondo, de las colchonetas que compraron para las clases de yoga del año pasado. Que desperdicio, ella sabía que no iba a prosperar esa disciplina si no la difundían lo suficiente entre los chicos, pero el Director se emperró en que su hija, flamante profesora con más títulos que paciencia para trabajar con niños, diera clases en el instituto. Ahora Mariela no sabe cómo lograr que él reconozca su error y acepte sacar todo ese acumulo inservible de su espacio.

La pared de la izquierda está llena de estantes, desbordantes de pelotas. Las hay de todas formas y tamaños. Las de futbol, tan coloridas, son las que destacan. El grupo de padres de este deporte es el más unido y consiguen sponsors de todo tipo, hacen fiestas para recaudar fondos y ponen banderas por marcas por todos lados. Los niños de futbol son un poco agrandados, piensan que van a ser todos Messi, tiran todos los conos de práctica embarrados y la hacen trabajar el doble, nunca la miran ni le hacen caso.

Las guindas de rugby la vuelven loca, son difíciles de acomodar en equilibrio sobre los estantes, ocupan un montón de espacio; en seguida de que las compran se ponen opacas, o por lo menos eso le parece a ella. Y esas inmensas cubreporterias, sacos y escudos nuevos que compraron son tan pesados que para poder mantenerlos limpios tiene que pedir ayuda a mantenimiento. Esos favores le van a terminar saliendo caros. Por suerte hay dos encargados de rugby, que son los que organizan los campeonatos y terceros tiempos y además de tratarla bien y tener una hermosa sonrisa, siempre le regalan cosas para llevar a su casa. Parece que el Rugby es el deporte estrella del colegio, es el que tiene más trofeos para encerar.

El pequeño armario de Karate es como su profesor, pequeño y macizo. Nunca le deja las llaves para limpiar, él se encarga de todo y no le gusta que le toquen nada, ni siquiera le dirige la palabra. A ella le da un poco de resquemor, ese deporte nunca lo nombraron en su casa, las vestimentas le parecen raras y no lo entiende.

Con natación está indignada, esa flaca gritona y colorada no entiende que no pueden guardar todo mojado, miles de flotadores y pelotas de colores húmedos adentro de su depósito, una desgracia de la que no sabe cómo zafar.

Por suerte las de patín se llevan y traen sus cosas y cuando necesitan conos usan los de futbol. Esa profesora es como una nena más, no se hace problema por nada y tiene mucha gracia, a Mariela le hubiera gustado hacer eso de chiquita.

Pero su gran secreto está en el cobre de guantes de boxeo. Entre toda la humedad siente su aroma. La primera vez que lo vio le hizo acordar a un actor famoso. Ese pelo enrulado y la mirada firme, le sonrió ni bien la vio. Se acuerda las primeras veces que la ayudo a guardar la bolsa de entrenamiento y el soporte, nunca la dejo sola con todo el trabajo. Menos mal que le dio una mano, hubiera quedado aplastada entre todo ese acolchado y la pared, se sonrojo cuando sintió que con la mano le rozo un pecho, pero el siempre tan atento. Ese es un deporte en serio, lo defiende a muerte.