El comienzo

Una historia de amor

Él se había comprado un auto ese día: un volkswahen Fox negro. Era su segundo auto, era usado y había pertenecido a una maestra que vivía en el conurbano y lo usaba poco. Había ido a buscarlo ese día con su tía y accedió ir a la fiesta porque tenía ganas de manejarlo hasta Escobar. Lo había invitado su íntimo amigo, también periodista pero del suplemento cultural, lo que lo convertía en un invitado obligado en un evento literario como el de esa noche. Y como estaba contento con el auto nuevo se puso su remera preferida: una virgen que menstruaba.

Ella tenía planeado ese día hacía rato: había pasado el día de pileta en la casa del club de campo del hermano de una amiga, una mega casa donde solía ir cada vez que podía ya que contaba con algo que pocas veces había una casa y a ella le encantaba: un sillón masajeador. Había pasado el día entre amigos, asado, pileta y masajes mecánicos, se había duchado en el baño impersonal de la casa de fin de semana que la hacían sentir en un hotel y se había alistado para la fiesta. Se puso un vestido negro escotado y unos aros grandes, negros con lunares de colores.

Él llegó y no conocía a nadie, pero su amigo conocía a los tres que hacían la fiesta, y los presentó. Eran tres estudiantes, compañeros de un taller de escritura, donde se habían hecho amigos. Habían alquilado la casa para pasar el mes de enero en la pileta, pero también para avanzar en su s proyectos de escritura. El editor del suplemento dominical apenas conocía a ningalguno de ellos por eventos similares o presentaciones de libros, pero el que lo había invitado era el dueño de la casa que era joven pero ya había publicado con mucho éxito su primera novela.

Ella conocía a bastantes personas. Era compañera de la facultad de uno de los inquilinos y conocía a akgunos de sus amigos del taller, y a los que alquilaron de la casa. Ella había pasado unos días en la casa hacía diez días, invitada por su amigo. De día ella trabajaba y todos avanzaban en su escritura, de noche cocinaban y ellos leían los avanzas del día y se hacían comentarios y sugerencias. A diferencia de la casa en el country en la que había pasado el día, esta casa donde sucedía la fiesta no se encontraba en un barrio cerrado, en una zona profunda y con calles de tierra más lejana a la autopista. Ella la llamaba la Villa de los escritores.

Él la vio de lejos mientras charlaba con el dueño de la casa y la confundió con un jóven cineasta que le parecía muy atractiva. Tenía inclinación por chicas que se parecía entre sí. Ella no era la directora, pero se parecía y se lo dirían en el futuro más de una vez. Ella charlaba con alguien pero vio cómo se iba con su amiga para la cocina. Por un rato no la vio más hasta que le propuso a su amigo ir a buscar algo para tomar.

Ellas charlaban sentadas a la mesa. Ella se lamentaba e intentaba superar la tremenda decepción de comprobar que su amigo y sus compañeros inquilinos habían incumplido cada una de las cosas que ella se ocupó de dejarles claras respecto de la fiesta: la música que salía de un parlante chico ubicado en el ángulo de un jardín enorme y se perdía entre la humedad de la noche, la gente que había se disparsaba por toda la casa, pero lo que más la indignaba a ella: ya se había terminado el hielo. Habían ido a buscar una de las tres botellas de champagne que llevaron y lo empezaron a tomar ahí para no tener que compartirlo y asegurarse algunas frías copas en calma. Y las copas, dos que ella sabía que había en uno de los aparaderos. Aunque les molestaba la luz blanca y poco festiva, estaban a gusto ahí, charlaban y se ponían al tanto.

Él entró a la cocina detrás del amigo. Saludaron y les preguntaron qué hacían. Ellas tuvieron que convidarles champagne ante su pedido. Ellos se sentaron a la mesa con ellas y se pusieron a conversar. Él la miraba fijo a ella, pero ella a él ni lo registraba porque su amigo, que la miraba. Él miraba a su amigo para que deje de mirarla, porque tenía claro que era el estilo de chica que no le gustaba, no así la otra que era exactamente el tipo de chica que le gustaba. No entendía qué pasaba Entonces su amigo dijo:

  • Yo a vos te conozco. ¿Sos amiga de Verónica? Ella dijo que sí, asumieron que se debían haber cruzado en varios cumpleaños de ella. A partir de ahí, su amigo dejó de prestarñe atención a ella para ocuparse en efecto, de seducir a su amiga. Él sabía que su amigo era más lindo y notó que ella se decepcionaba. Después de un poco de conversación banal, a qué se dedicaba cada uno, cómo conocían a los anfitriones de esta noche, ella les contó que había pasado una estadía en la casa y les habló de algunos detalles muy extravagantes y antiguos que tenía, como una vitrina llena de figuras de porcelana, una habitación repleta de fotos familiares de todas las epocas pegadas con chinches y otra habitación con una biblioteca llena de revistas de caza y pesca.

En el tour sus dos amigos se perdieron, pero ellos se quedaron con la segunda botella de champagne. Volvieron al jardín y se sentaron en una baranda.

  • Hoy me compré un auto, dijo él. Ella lo miró asombrada y levantó su copa, brindó con él, lo felicitó y le pidió que se lo mostrara. Caminaron juntos hasta la entrada a la derecha del portón donde estaban estacionados los autos y se paró frente a él. Ella lo miro, le dijo que era muy lindo, y le alcanzó la tercera botella de champagne para que la abriera y vació lo que quedaba de la segunda botella sobre el auto. Él se dio cuenta de que ella lo estaba mirando por primera vez. Él trató de besarla. Ella se rió y dijo: -¿Qué haces? Él también se rió y le dijo le dijo que le gustaba su sonrisa, y le pidió que se riera de vuelta.