Querida Ferni. Lo escribo y no lo puedo creer. No puedo creer que todavía falten seis años para que te des cuenta que es el peor diminutivo del mundo y obligues a tu mamá a descolgar ese cuadrito pedorro que hiciste en una clase de plástica en quinto grado donde dice Ferni, rayado con un punzón sobre un vidrio y un papel multicolor pegado detrás. Pienso en todo lo que quisiera ahorrarte y me confundo entre las cosas que me gustaría haberte evitado y las cosas que me gustaría que vos hubieras visto diferente. No creas que me engaño, que juzgo las cosas desde hoy porque eso sería un ejercicio que solo me llevaría a una frustación ridícula cuando en realidad estoy feliz y orgullosa de que hoy estemos tan lejos. Leo este diario y veo que a tu manera vos fuiste feliz. Eso lo valoro. Valoro tu fé y tus creencias, algo de eso subsiste hoy. Pero me das lástima, me dá lástima ver que eras una persona con principios e ideas claras. Tenías doce años y tenías claro qué era lo importante para vos. ¿te acordás ese día que te dieron el casette con las canciones que te tocaban en el templo? Esa noche, tu mamá te contó que cuando ella tenía doce las mujeres no podían hacer el bat mitzvá. Y tu papá te contó que el suyo fue en realidad una pantomima: solo le sacaron una foto haciendo que leía la torá: tus abuelos no eran religiosos pero tenían que parecerlo para seguir haciendo negocios y viviendo en la comunidad. Acabo de leerlo. “Tengo mucha suerte de poder hacerlo y creo que me toca algo muy especial”, escribiste. Te sentías responsable, pobre, responsable por la transmisión, la trascendencia de todo un pueblo. Te sentías una verdadera elegida. Por eso te parecía un disparate ese show off y despliegue de narcisismo familiar, ni hablar el desperdicio de guita que implicaba algo tan superficial y alejado de la pertenencia, las creencias y el verdadero motivos que se celebraba. Te negaste rotundamente, te concentraste en aprender perfecto la parte de la torá que te tocaba leer, en la pronunciación, la entonación y también en expresar sentimiento. Hasta que faltaban cinco meses y otra vez dudaste de tus propias decisiones y dejaste que ella tu hermana, claro que iba a ser tu hermana, la actriz, la leonina, te convenciera de que la tenías que hacer. No me atrevo ni a insinuar que no tendrías que haberlo hecho, estoy conforme de haber vivido cada cosa que me trajo hasta quién soy hoy.. Y, como ya reconocí: a tu manera fuiste feliz. Pero sí me gustaría viajar en el tiempo, acercarme despacio desde atrás y susurrarte despacio al oído, o escribir con otro color durante la noche y hacerte creer que soy tu diario, dialogar con lo que escribiste, ser para vos la voz de este interlocutor al que le contás tus deseos, tus miedos, tus dudas todo pero también le preguntás cómo está, le pedís perdón cuando no escribís y qué opina. Por ejemplo este día que contás que fuiste a la modista y que te dio vergüenza desnudarte, y tu mamá y la modista hablaban de tu cintura y tus curvas como si vos no estuvieras presente. “No estoy segura del color” escribiste en el diario. No lo aceptes, te diría terminantemente. No dejes que tu mamá y la modista elijan por vos. Ese vestido es horrible, no te gusta ni te queda bien. No mientas diciendo que no querés parecer una novia de 12. Querés parecerlo, porque todas lo hacen y todavía no desarrollaste una personalidad tan fuerte como para ser distinta, un poco sí, pero no tanto; y lamento decirlo: no sé si alguna vez lo harás.
Cómo me gustaría podes decirte que no le cuentes a tu mejor amiga cuyo bt es dos semanas antes del tuyo cuál es el tema con el que vas a entrar a la fiesta. Mejor sí, contale: pero decile una mentira, elegí la peor canción del mundo, decile que vas a entrar con una canción de rikudim o de Xuxa, justifícalo bien. Esa pequeña rata traidora va a querer cualquier cosa que vos le digas que querés, y perdóname si te decepciono peor sé que con esto no te anticipo nada, sé que ya los sabés aunque todavía no lo querés aceptar, y vas a tardar más de veinte para dejar de perdonarla. Y si de esto no se desprende claramente: no, no le dediques una sola vela a tus abuelos para dedicarle una a ella sola. Lo único que quiere es llamar la atención y robarte protagonismo aunque a vos no te importe.
Te diría que le digas a tu mamá que es hermosa, que deje de hacer tantas dietas y hablar de los demás y aprenda a disfrutar, que se haya sentido siempre tan fea esa es una de las cosas que más me entristece: veo las fotos y no entiendo qué era lo que veía.
Y al final de todo esto te abrazaría y te diría que vas bien, que falta mucho, que lo disfrutes, que bailes, que subas al escenario cada vez que puedas y que nunca te olvides lo feliz que te hacen las fiestas.
Comments
No comments yet. Be the first to react!