Me acuerdo de arrancarle las margaritas a mi abuela y jugar a cocinar. Me acuerdo cuando a los 13 fui a mi primer recital y en la fila hablaban del porro y yo no sabía que era eso. Me acuerdo también, de la primera vez que mi mamá me encontró droga y sentí al mundo explotar frente a mí. Me acuerdo de armar ciudades enteras para las Barbies con mi hermana y fingir que estábamos en guerra. Me acuerdo de ser chica y escuchar cacerolazos, asustándome por el ruido y no entender por qué la gente prendía fuego todo. Me acuerdo esa vez que jugando me corté la piel y me gustó. Me acuerdo cuando en el baño de la facultad una amiga llorando me contó que la habían violado. Me acuerdo la sensación excitante de leer Harry Potter por primera vez. Me acuerdo también de todos los libros que vinieron después. Me acuerdo de ese día que me desperté con mensajes de mi familia preguntándome si estaba bien y enterarme que Fran se había muerto en la Time Warp. Me acuerdo de cuando hace 10 años me enamoré de la psicología y como sigo enamorada todavía. Me acuerdo de las tardes jugando a las escondidas en el cementerio de Morón. Me acuerdo de esa vez que me hice la rebelde y no me bañé por una semana y después tuve que cortarme el pelo carré. Me acuerdo de la primera vez que escuché Pink Floyd. Me acuerdo de las zapatillas Vans negras y bordo que me compré con mi primer sueldo del Mcdonalds. Me acuerdo cuando me enfermé y estuve a dieta tres meses y me robé un chocolate. Me acuerdo el nudo en la panza, la sudoración en las manos y el escalofrío cuando fui al consultorio de mi psicóloga Beatriz. Me acuerdo cuando el Senado decidió que el aborto no tenía que ser legal y lloré abrazada a mujeres que nunca más vi.
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