Inseguro

Poco antes de que termine el capítulo de la serie se quedó dormida, no aguantó. Y eso que faltaban solo 10 minutos. Nunca se lo dije, pero cuando se duerme dándome la espalda me hace sentir como que le chupo un huevo, y yo como mecanismo de defensa, a modo de represalia, me puse también opuesto a ella. La hubiera cuchareado pero la última vez que lo intenté me puteó y me dijo que respiraba muy fuerte. No solo que desde esa vez no la cuchareo más sino que me percato de respirar con el menor ruido posible. Mientras estoy en el proceso de quedarme dormido recordé la técnica de respiración que, Pablo, el yoguivegetariano del grupo, nos mando por WhatsApp en alguna oportunidad. Esta técnica consistía en inhalar, retener y exhalar. Con cada respiración me sentía cada vez mas relajado y con mas sueño. La técnica estaba resultando efectiva hasta que la respiración de Belén irrumpió mi estado. Al principio parecía una respiración insulsa, no me molestaba tanto como a ella la mia. Pero a los pocos minutos esta fue aumentando su cadencia e intensidad. Intenté seguir concentrado, pero sus respiraciones ya se intercalaban con las mías. Me empezó a fastidiar, viré sobre mi eje 180 grados y la observé. Se estaba tocando, extasiada. Me quedé callado y atento a ver qué pasaba, estaba entre excitado y enojado. Me calentaba ver que se estaba tocando pero, a su vez, no podía entender por qué no había acudido a mí y se haya dado por dormida. Lo sentí como una mentira, como un engaño y a la vez estaba al palo. Me pesó más lo emocional que la calentura. La interrumpí: Te estas tocando? Con una risa nerviosa me dijo: Jaja, sí - y continuó. No pasó más de un minuto y me reclamó que la haya interrumpido. A mi pesar le tuve que pedir perdón por eso, aunque no lo sentía, estaba dolido. Acabó y ahora dormir me costaba más que antes. A la mañana siguiente no pasó desapercibido el tema. Como para descontracturar lo mencionó como algo gracioso y le restó importancia. Le pregunté varias veces en la relación si este temita de durar poco la dejaba insatisfecha. Siempre categórica me dijo que no me preocupara, que ella estaba contenta y que no le molestaba. Si es por mí no tengo problema en consultar con un profesional. No me da vergüenza. Tengo el libro sobre eyaculación precoz en la biblioteca. Entre Tolkien y Bradbury, a la vista, como todos los demás. Insistí y le dije de ir a ver a un profesional. Me volvió a decir que no hacia falta pero, a esta altura, yo ya estaba enojado conmigo. Le pregunté cómo era posible que prefería tocarse antes que coger. ¿Antes que coger en general o le pasaba conmigo? No me animé a preguntarle en quién pensaba, supongo que para cuidarme. Me dijo que no siempre prefiere tener relaciones, que a veces prefiere tocarse. Aunque me lo dijo con total naturalidad no le crei. Esa misma semana consulté y no recurrí a la cartilla, fui a la privada que me recomendó un amigo de Pablo. Por suerte contaba con la plata del aguinaldo, sino me hubiese inmerso en infinitas paginas de internet y foros, para estas cosas uno necesita confiar, y si es caro mejor. En esto juega mucho los psicológico y no esta permitido escatimar ni perder el tiempo. A medida que pasaban las semanas notaba una leve mejoría pero no por las onerosas consultas de la sexologa, me funcionaba mejor el consejo de Martin, quien insistía que repasara la formación de boca del ´94. Eso me hacia desviar la atención y así aguantar más tiempo. Pero la verdad era un hack que no me permitía disfrutar tampoco. Fue una tarde después de tener sexo, cuando Belén me tiró medio en chiste/medio en serio, que la sexologa me devolviera la plata. Eso me atravesó hasta que me liquidó, la inseguridad se fue apoderando conquistando todos los demás ordenes de la relación, contaminandola, casi que adrede. Por suerte me dejó. Me sentí aliviado.