Otra noche más mirando por la ventana de la habitación. Aislado en el mismo lugar, sin elegirlo. Viendo su reflejo con la mirada atenta. Su cara se transforma día a día sin otra cosa que contemplar por las noches. Es luna llena, la segunda desde que volvió a este lugar.
Escucha los ruidos de melancolía de un pasado mejor. Antes de conocerla, de vivir este infierno cada vez que lo deja. No existe el olvido, toda su vida será a la sombra de ese amor prohibido.
Esperando las campanas en la noche se transforma en un hombre sin propósito, reviviendo sus peores recuerdos, más vívidos frente a este espejo maldito. Ningún otro hombre transitando por las calles de la terrible soledad en sus celdas vecinas conocerá diferente destino.
Ficción literaria instruye a los hombres y mujeres vestidos de blanco. Piden nadar contracorriente mientras respira como una bandera sin viento. No entienden que no existe el olvido, más que el definitivo, un adiós tantas veces cercano, que aún nunca le había llegado.
Suenan las campanas en la noche, hoy será diferente, es hora de acabar el ritual, recordando tan trágico amor en una despedida final.
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