De haber podido elegir - (Pág 2)

28.10.2020 – Consigna #4

(...)...Quedaban tan ricos después de dar vueltas y vueltas en ese hierro, perfectamente colocados y espaciados entres sí, a pocos centímetros de unas brasas cuidadas y esparcidas equitativamente; doraditos y crujientes por fuera y tan tiernos y sabrosos dentro.

Él tenía ese sistema que yo, hasta conocer a mis 3 amigas y a su abuelo, sólo había visto en las Rotiserías –como la de Chivelo donde giraban eternamente los pollos en 2 o tres hileras, sin embargo, yo de allí elegía su tarta de duraznos con gelatina y los Sandy´s de vainilla). En el espiedo de Don Ottelli entraban varios pollos pues al final almorzábamos todos… ¡Y la mesa era larga!, la de los mayores un tablón con dos caballetes, la nuestra una redonda algo retirada donde no ponían vino y sí alguna gaseosa y dos fuentes de papas fritas.

¡Me acuerdo cuando íbamos a pescar! El abuelo nos había hecho unas cañas bien simples, con caña, literal, y una tanza con anzuelo en la punta, ¡nada de riles! Era entretenido… Si llegábamos a pescar, ¡recogíamos la línea a mano… y celebrábamos claro! Y en ese festejo un día se enganchó el anzuelo de la Mechi en mi nariz.

El tiempo fue transcurriendo y esos encuentros, juegos y vacaciones de verano continuaron algunos años, aunque ya con más cercanía y menos diversidad, yo fui conociendo la gran ciudad, involucrándome e interesándome en cosas y actividades que ahora elegía y descubría yo. Las visitas al pueblo de las nietas de Ottelli y nuestras idas a la quinta, fueron menguando con nuestra adolescencia… Ellas preferían vacacionar ………. Yo empecé a elegir: • En la ciudad, lo novedoso. • En el pueblo, los vínculos y escenarios conocidos… esos que cuando falla la memoria son los que se empiezan a extrañar

Ahora cada vez que salgo a la ruta y paso por esa hermosa verja de hierro blanca, me duele el pecho sabiendo que aquellas lágrimas y esa angustia de haber desconocido los paraderos de tantos “Blanquito”, “Pispirín”, “Mimosa”, “Manchita”, “Turbuloso”, mi preferido “Meloso” … y otros más… no me causaría tanto sinsabor si me hubiesen dado a elegir entre comer pata de pollo, por aquellos días, y no.