Él se balancea de un lado a otro como un péndulo. Pasa 1 minuto. Pasan 5 minutos. Pasan 10 minutos, y su sincronización de derecha a izquiera es casi perfecta. Su mirada se mantiene estástica, sus ojos bien redondos y de color azabache se abren como dos agujeros negros… como si alguien hubiera pegado sus pestañas contra sus cejas con cinta scotch. Parciera como si se estuviera preparando para un despegue… o una gran tormenta. Sin previo aviso todo su cuerpo empieza a temblar, su cabeza golpea contra el piso sin parar, sus brazos se endurecen, su boca se llena de espuma, pero sus ojos me siguen mirando… me interpelan, como si me quisieran decir algo. Que me quede tranquila que pronto este zamba iba a parar. Este huracán se iba aquietar. Ese fue le día que me di cuenta que Felipe era un chico especial. En realidad era un niño como cualquier otro con quien jugaba e interactuaba sin ningún problema. Todos tenemos anécdotas de cuando éramos chicos, pero las suyas eran toda una aventura. Como cuando un verano en el campo a la edad de 5 años se escapó de la casa y se fue al potrero donde estaba el padrillo con su manada. Solito se sentó debajo del padrillo mientras le acariciaba su panza. Cualquier otra persona hubiera terminado en el hospital. Pero no Felipe… él tenía una conexión con los animales fuera de este mundo. Un vínculo que sólo él era capaz de generar. Cada vez que se acercaba a un caballo lograba "romper" parte de su muro interior. Sus manos temblaban y sudaban pero su mirada era tranquila ya que el animal no representaba ninguna amenaza. Nunca lo vi a Felipe llorar por tristeza, cuando menos lo imaginás te robaba una sonrisa o te extendía un abrazo. Era una persona muy cariñosa, que no juzgaba ya que sus sentimientos eran genuinos, como los de un niño pequeño. No pudo aprender a escribir y lo poco que escribía lo hacía por memoria visual. Cada vez que quería entender un texto, lo observaba muy atentamente, examinaba sus letras… si eran redondas o punteagudas, si eran altas o bajas. Las contemplaba como un artista contempla su obra. Y cuando descubria el significado de lo que tenía enfrente lo gritaba a los 4 vientos. Las letras no eran lo suyo. Pero era un genio con todo artefacto electrónico. Era capaz de desenredar un nudo de cables de todos colores y hacer que cualqueir dispositivo renaciera de los muertos. Magia? Don? O acaso es su capacidad de entender las cosas de otra manera. Buscarle una vuelta de tuerca a las cosas. Su gran pasión era la música: su repertorio musical iba desde la opera hasta el rock. Recuerdo su manera obsesiva de guardar cada cd en una carpeta de 100 folios. Mientras pasaba cada folio con la mano derecha, el pulgar de su mano izquierda daba golpecito en su índice. Casi De escuchar un mismo tema una y otra vez hasta rayar el CD. Felipe tiene 36 años y vive actualmente con sus padres. Nunca sabremos como será tu mundo. Y si somos dignos de conocerlo.
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