Una mesa cutre en un rincón del aeropuerto

El lugar donde habían elegido para sentarse era una mesa apestosa de Mc. Donald's. Mucha opción no tenían… el aeropuerto estaba lleno de personas queriendo volver a sus casas o exiliarse algún destino que los recibiera. El sonido de ambiente era caótico. Esa mesa fue el refugio mas cercano y accesible que encontraron.

¿Querés que compre algo para comer o tomar? – le preguntó él apenas se sentaron. La verdad no tengo hambre ni sed – le contestó ella. Mirá que tenés un largo viaje y la comida del avión es una porquería. ¿Y la de Mc Donald’s es una maravilla, no? – ironizó ella, mirándolo con un poco de desprecio. ¿Si querés voy a buscar otra cosa que sea más de tu agrado? No hace falta – le contestó ella sin mirarlo mientras acomodaba su computadora en la mochila. ¿Crees que esta gente la va a recibir alguien cuando lleguen adónde sea que vayan? – dijo el hombres al mirar como las personas corrían de un lugar a otro, pisoteándose entre los pasillos como vacas a punto de entrar en el matadero. ¿Por qué te preocupa? ¿Acaso a vos te está esperando alguien? No- dijo él con un tono rotundo. Yo ya estoy acostumbrado a que nadie me espere del otro lado. Si ya se.. que sos un ermitaño- suspiró ella. Te gusta y disfrutas estar solo. Vos siempre fuiste tu prioridad, y que nadie se le ocurra interponerse entre tu 'yo' y tu 'otro yo', y el 'yo que querés ser', ni el 'yo que nunca vas a ser', y menos el 'yo de tu pasado' o el 'yo de tu futuro'. ¿A qué hora es tu vuelo?- la interrumpió él mientras se paraba de la silla con dirección al baño. En dos horas sale - le contestó ella. Voy al baño, ahora vengo – dijo él. Mientras lo miraba caminar hacia el baño un sinfín de imágenes salpicaban por su cabeza. El primer día que lo conoció. El día que le enseño a manejar un tractor. El día que la hizo reír a carcajadas hasta caerse de la cama y romper el jarón de su abuela. El día que durmieron entre pastizales con la cruz del sur como única testigo. Y ahora todo esto era un solo recuerdo de una vida pasada. El baño es una inmundicia. Igual que esté país y los inútiles que lo manejan – dijo él con cara de perro malhumorado. A mí ya no me importa más nada – dijo con tristeza la mujer. Quiero desaparecer y volar a otro planeta, un lugar habitado solo por animales, seres mitológicos y ninfas, que no conocen la maldad y el sufrimiento. Siempre tan dramática vos- dijo él con cierta arrogancia. ¿Dramática yo?- le contestó ella- Todo lo contrario… este es un lugar mágico, donde solo cosas buenas pasan. Bueno entonces como siempre dije sos una mujer naive que cree en hadas y princesas. ¡Así es! Y vos un hombre que sólo ve el lado oscuro de las cosas. Por eso yo me tomo un avión y vos otro. ¿Querés que te acompañé a la puerta de embarque? – le preguntó él sabiendo que ese sería la última imagen que tendría de ella. No hagamos de esto una escena de película de Hollywood – bromeo ella. Ambos se levantaron de la mesa, se abrazaron por un largo tiempo, se sonrieron y cada uno tomo su camino sin mirar para atrás.