Cuando se estiró MI vida entre la flexibilidad y la liviandad dentro de mi incertidumbre…

(mis propios “Me acuerdo” - 18.03.2025)

Me acuerdo que no tenía techo fijo. Me acuerdo que, por lo tanto, tampoco era fijo mi piso. Y que, al despertarme algunas veces a media noche, no sabía de qué lado de la cama bajarme. Me acuerdo que un amigo me dijo: “vos siempre te estás yendo” Me acuerdo, que, para mí, yo siempre estaba llegando. Me acuerdo la agilidad con que armaba y desarmaba el bolso flaco. Me acuerdo de cambiar del abrigo a la musculosa en la misma secuencia de 7 días consecutivos. Me acuerdo que si el viaje era en avión (sólo a uno de los destinos volaba), ya planificaba y vivenciaba mi desayuno antes de sentarme a disfrutarlo. Me acuerdo que mientras tomaba el café, me acordaba del café en el mismo lugar la semana antes, en otra mesa y con otra vista. Me acuerdo de todas las terminales. Pero no me acuerdo cuál era la de los múltiples kioscos de revistas. Me acuerdo de la casa de mis sueños en medio de la montaña y me acuerdo cuando al fin terminé durmiendo en un cuarto de 2x2, alquilado, en el 3er piso (todos por escalera) de esa casa, y con la mejor vista de toda la casa. Me acuerdo que lo peor era subirlos el primer día con el peso y el cansancio de las 27 horas previas encima, sentada y sin estirar mis piernas. Me acuerdo de otras montañas, otro clima y el restaurant del hotel con la mejor gastronomía de toda la quebrada. Me acuerdo las moras que juntaba en mi paseo vespertino antes de regresar al hotel. Me acuerdo también de los 2 días semanales de descanso (por decirlo así, creo que en realidad descanso ahora cada vez que me acuerdo y no por aquellos días) cuando el trabajo me llevaba a casa de mis padres y entonces reconocía baño, cama, cocina, un buen plato de comida y el vino con el que mi viejo me esperaba (siempre en la heladera) para compartir una copita conversada. Me acuerdo que volvía a ver y a abrazar a mis adorados Lola, Green y Zenon. Me acuerdo que me dolía verles las caritas que ponían ellos como si 7 ó 10 días fuesen toda una eternidad. Me acuerdo que a la semana siguiente hacían una fiesta al oír abrir la puerta de calle, como si esos 7 ó 10 días hubiesen sido la eternidad. Me acuerdo que me costaba despedirme.